Resumen: La medida y el control de los niveles de presión sonora juegan un papel muy importante en los centros sanitarios, así como en la medicina actual. Por un lado, al igual que en otros entornos más cotidianos (doméstico, educacional, laboral, etc.), la presencia excesiva de ruido reduce el confort en cualquier estancia hospitalaria. Sin embargo, tal situación también supone una gran amenaza para los pacientes (especialmente para los más críticos), debido a la pérdida de concentración de los profesionales que realizan las labores clínico-asistenciales, así como a la alteración de su ritmo circadiano normal. La combinación de ambos factores, junto con otros, se ha asociado con un incremento preocupante de la mortalidad y la morbilidad de algunas enfermedades, pero la presencia de cada vez más tecnología sanitaria en las estancias hospitalarias críticas, tales como quirófanos, unidades de cuidados intensivos, etc., hace que el control del ruido en las mismas sea un reto de gran envergadura a abordar urgentemente. Por otro lado, la medida cada vez más precisa de diferentes sonidos fisiológicos del cuerpo humano está permitiendo desarrollar herramientas que pueden suponer un impulso definitivo a la ansiada medicina preventiva y de precisión. Más allá de la conocida potencia diagnóstica y terapéutica de los ultrasonidos, el uso de la inteligencia artificial está permitiendo, entre otras cosas, detectar de forma precoz y/o objetivar enfermedades mentales y cognitivas desde la voz humana, identificar de forma no invasiva enfermedades cardiacas, pulmonares y respiratorias a través del simple sonido emitido por el corazón y los pulmones, y diagnosticar en el hogar y de forma no intrusiva la apnea y otras alteraciones del sueño mediante el ronquido. En ambos contextos, el adecuado uso y configuración de la tecnología sanitaria juega un papel esencial y, por tanto, la formación del ingeniero biomédico en el campo de la acústica se revela de vital importancia.